El desperdicio alimenticio es un problema global que supone 13.000 millones de toneladas anuales de alimentos. Este desperdicio tiene, además, un gran impacto en el cambio climático ya que causa el 10% de los gases de efecto invernadero.
Como contrapunto, hay un alto porcentaje de la población mundial que sufre desnutrición ya que no tiene acceso a comida. Solo en la Unión Europea más de 33 millones de personas no pueden acceder a una comida de calidad al día.
Las razones del desperdicio alimenticio varían dependiendo del nivel de desarrollo del país. En su mayoría se produce en el proceso de distribución y en la nevera del consumidor o locales hosteleros.
El problema es tan grave que incluso organizaciones como la ONU o la Unión Europea incluyen las iniciativas para tratar de mejorarlo dentro de sus objetivos en el futuro próximo. También se han creado organismos como la EU Platform on Food Losses and Food Waste que pone a disposición de la población diferentes materiales para crear consciencia del problema.
Los principales productos que forman parte del desperdicio alimenticio:
- Frescos que no encajan en los estándares estéticos para la venta al cliente final.
- Alimentos cercanos a la fecha de consumo recomendada.
- Comida que no se ha usado en hostelería.
- Alimentos que sufren daños en el transporte.
Desperdicio alimenticio en los supermercados
En España se prevé aprobar este 2021 una ley en la que se implementan medidas en todos los eslabones de la cadena alimentaria para reducir el desperdicio alimenticio a la mitad.
Muchos supermercados ya aplican algunas medidas como donar los alimentos excedentes a organizaciones o empresas de fabricación de fertilizantes.
No obstante, algunas prácticas frecuentes en los supermercados como la exposición de grandes cantidades con fines publicitarios, la disposición de comida lista para consumir hasta el cierre, la falta de personal, etc. colaboran a este desperdicio de comida.
El desperdicio de alimentos, además de un problema ecológico, también supone un problema económico para los supermercados. El supermercado compra unos productos que, por mala gestión, no vende al consumidor final.
Desperdicio alimenticio y etiquetas electrónicas
En un supermercado existe un problema común a muchos otros sectores: el equilibrio entre la oferta y la demanda. Sin embargo, a diferencia de muchos de ellos, en el sector de la alimentación este equilibrio es clave ya que gran parte de los productos son frescos y perecederos.
La correcta gestión del inventario es el objetivo conjunto del sector. La aparición de nuevas técnicas como el precio dinámico y nuevas tecnologías como las etiquetas electrónicas ayudan a aliviar los efectos de esta pérdida de inversión.
No obstante, la mayoría de empresas sigue aplicando estrategias de precios de los años 80 como cambiar los precios pocas veces de forma manual.
El consumidor es cada vez más sensible a los precios e incluso hay una parte de ellos que basa su compra en estos ya sea por necesidad o consciencia ecológica.
Un ejemplo claro pueden ser los locales de restauración. Este tipo de negocio suele tener mayor control sobre las cantidades gracias a las fichas de escandallos. Además, sus compras son al día, por lo que pueden sacar provecho de descuentos sobre productos cercanos a la fecha de consumo recomendada.
Las etiquetas electrónicas para supermercado pueden ayudar a la gestión del género y los precios de una tienda de alimentación. Asociando un precio más bajo a los alimentos que estén cercanos a su fecha de consumo recomendado se logrará venderlos a tiempo y, así, evitar el desperdicio alimenticio.
Aunque los supermercados llevan tiempo intentando aplicar estas estrategias, la falta de tiempo o personal no permitía que se produjesen cambios a tiempo. Las etiquetas electrónicas pueden dividir su pantalla en dos partes. Así, se puede indicar en un lado el precio del producto y en otro el precio de los productos cercanos a su fecha de caducidad. Además, estos cambios se hacen de manera automática para que sea un proceso continuo y sin inconvenientes.
Esto le da al cliente un mayor poder e información para que sea consciente de su decisión de compra. Al negocio, por otro lado, la posibilidad de reducir hasta en un 40% el desperdicio alimenticio y evitar pérdidas económicas y medioambientales.
La tecnología de las etiquetas electrónicas se integra perfectamente con sistemas de gestión de inventario, ERPs o todo tipo de tecnología de punto de venta para lograr la digitalización completa del sector del retail alimenticio.
A pesar de suponer una inversión inicial en implementación tecnológica los beneficios son muy grandes. Desde el funcionamiento del negocio hasta las mejoras medioambientales repercuten en un aumento de ventas que posibilitan una rápida recuperación.
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